“Uno de los aspectos más significativos de la peregrinación compostelana es el deseo de mantener viva la memoria de una experiencia que ha entrado profundamente en la propia vida”, afirma Paolo Caucci von Saucken en el prólogo de este diario que descansaba en un cajón desde hacía demasiado tiempo. No ha sido fácil convencer a su autora para que lo publicara, pero estamos de celebración porque, como dice él mismo: “se trata de una obra seguramente íntima y personal pero con una proyección mucho más amplia de la dimensión privada”.
De “la solitude du pèlerin”, en palabras de Raymond Oursel (que ahora da título a esta obra), nos habla Balbanuz Benavides y lo hace desde la profundidad del alma. “Una soledad activa y atenta, abierta a la escucha, con muchos encuentros y una elaboración aguda e íntima del Camino”.
Madrid – Santiago – Asís – Roma es el itinerario de un viaje que la autora nos relata con una sencillez y con un humor que en ningún momento mitigan la hondura de la narración. Y es que su camino es mucho más vasto que aquel delimitado por fronteras, mapas o por el polvo del camino; el suyo, y cabe decir que quizás sea el verdadero o el más importante, se inscribe en las reflexiones que cruzan estas preciosas páginas y que apuntan a ese “mundo exterior” al que se refería San Agustín. Ese mundo de quien sabe mirar y escuchar.
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